Lettre de Jamaïque
La Lettre de Jamaïque (espagnol : Carta de Jamaica) est un texte écrit par Simón BolÃvar le à Kingston, Jamaïque, en réponse à une missive de Henry Cullen où il expose les raisons ayant provoqué la chute de la Deuxième République du Venezuela dans le contexte de la guerre d'indépendance du Venezuela.
Contexte
Contexte historique
À son arrivée à Kingston en 1815, BolÃvar est âgé de 32 ans. À ce moment, il sort de trois années de pleine responsabilité dans la lutte pour l'indépendance et d'une intense activité militaire depuis la publication du Manifeste de Carthagène le .
En 1813, la campagne Admirable, l'entraîne en quelques mois à Caracas le pour essayer de fonder à nouveau la République en 1814, mais elle se termine sur une défaite face aux armées de José Tomás Boves.
Après cet échec, BolÃvar retourne en Nouvelle-Grenade, pour tenter de rééditer la campagne Admirable, une action qui est rejetée par ses partisans. Se sentant incompris à Carthagène des Indes, il décide de s'exiler le en Jamaïque, animé par l'idée de rejoindre le monde anglais et de le convaincre de coopérer à l'indépendance de l'Amérique du Sud. BolÃvar vit à Kingston de mai à , se consacrant à la méditation et à la réflexion sur l'avenir des Amériques et sur le sort du Mexique, de l'Amérique centrale, de la Nouvelle-Grenade, du Venezuela, de l'Argentine, du Chili et du Pérou.
Contexte idéologique
Vers 1800, Simón BolÃvar étudie la politique et les idées de l'époque de la Révolution française. BolÃvar, comme bon nombre d'autres créoles, était sensible aux théories sur le droit naturel et le contractualisme. Ces idées étaient alors des piliers de la gestion politique et de la défense de la liberté et de l'égalité.
La lettre de Jamaïque montre l'influence du siècle des Lumières et de ses grands penseurs, y compris les concepts de Montesquieu lorsque BolÃvar parle du « despotisme oriental » pour définir l'Empire espagnol. BolÃvar considérait Montesquieu comme son auteur favori. Par exemple, De l'esprit des lois est une Å“uvre à laquelle BolÃvar eut recours en tant qu'assistant bibliographique au moment de définir ses positions et arguments sur l'avenir et le présent des peuples coloniaux de l'Amérique du Sud.
«BolÃvar conçut sa propre théorie de libération nationale et, comme indiqué, ce fut une contribution aux idées des Lumières, non une imitation d'elles.» (John Lynch, Simon Bolivar: A Life, New Haven, 2006)
Bien que la lettre soit originellement destinée à Henry Cullen, il est clair que son objectif fondamental était d'attirer l'attention de la nation libérale la plus puissante du XIXe siècle, la Grande-Bretagne, afin qu'elle se décide à s'engager dans l'indépendance américaine. Cependant, lorsque les Britanniques répondirent finalement à l'appel de BolÃvar, celui-ci préfère l'aide d'Haïti.
Le texte
Cuando las águilas francesas sólo respetaron los muros de la ciudad de Cádiz, y con su vuelo arrollaron los frágiles gobiernos de la Peninsula, entonces quedamos en la orfandad. Yates hablamos sido entregados a la merced de un usurpador extranjero; después, lisonjeados con la juvidia destino futuro, y amenazados por la anarquia, a causa de la falta de un gobierno legitimo, justo y que se nos debÃa y con esperanzas halagueñas siempre burladas; por último, inciertos sobre mistro liberal, nos precipitamos en el caos de la revolución. En el primer momento sólo se cuidó de proveer a la seguridad interior, contra los enemigos que encerraba nuestro seno. Luego se extendió a la seguridad exterior, se establecieron autoridades que sustituimos a las que acabábamos de deponer, encargadas de dirigir el curso de nuestra revolución y de aprovechar la coyuntura feliz en que nos fuese posible fundar un gobierno constitucional, digno del presente siglo y adecuado a nuestra situación.
Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con el establecimiento de juntas populares. Estas formaron en seguida reglamentos para la convocación de congresos que produjeron alteraciones importantes, Venezuela erigió un gobierno democrático y federal, declarando previamente los derechos del hombre, manteniendo el equilibrio de los poderes y estatuyendo leyes generales en favor de la libertad civil, de imprenta y otras; finalmente se constituyó un gobierno independiente. La Nueva Granada siguió con uniformidad los establecimientos polÃticos y cuantas reformas hizo Venezuela, poniendo por base fundamental de su constitución el sistema federal más exagerado que jamás existió; recientemente se ha mejorado con respecto al poder ejecutivo general, que ha obtenido cuantas atribuciones le corresponden. Según entiendo, Buenos Aires y Chile han seguido esta misma lÃnea de operaciones; pero como nos hallamos a tanta distancia, los documentos son tan raros y las noticias tan inexactas, no me animaré ni aun a bosquejar el cuadro de sus transacciones [...]
[...] las provincias americanas se hallan lidiando por emanciparse; al fin obtendrán el suceso; algunas se constituirán de un modo regular en repúblicas federales y centrales; se fundarán monarquÃas casi inevitablemente en las grandes secciones, y algunas serán tan infelices que devorarán sus elementos ya en la actual ya en las futuras revoluciones, que una gran monarquÃa no será fácil consolidar, una gran república, imposible.
Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vÃnculo que ligue sus partes entre sà y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, deberÃa, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América. ¡Qué bello serÃa que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún ida tengamos la fortuna de instalar allà un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo
Simón BolÃvar. Kingston, 6 de septiembre de 1815